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¡He escrito un libro!

Foto del escritor: Gorka ArtazaGorka Artaza


Sí, amigas y amigos, I DID IT! Y sí, también sé que si habéis llegado aquí es más que probable que ya lo supierais. Pero da igual. Si escribo esto es por varios motivos.


En primer lugar, porque en este blog comenzó todo. Y cuando digo todo, a lo que me refiero es que fue aquí donde empecé a compartir los capítulos del relato de terror que escribí a vuela pluma, 'El sótano'. Y la escritura de ese relato fue la chispa que encendió de nuevo mi pasión por escribir, apagada durante largo tiempo. O, al menos, con la pólvora mojada.


Y, en segundo lugar, porque, igual que hice entonces, necesito este espacio para volcar en él todas mis sensaciones relacionadas con la escritura y publicación de este libro. De hecho, escribo esto pocos días después de su lanzamiento y ahora mismo lo que siento es un mar de nervios bamboleándose en mi interior.


Pero vayamos primero a lo magro, a lo importante, a la razón de nuestro paso por estas desdibujadas líneas. Mi primera novela se llama 'Yo salvé a la reina de Inglaterra'.



Vamos por partes. Lo primero que tengo que decir sobre 'Yo salvé a la reina de Inglaterra' es que comencé a escribirla justo después de haber publicado el capítulo 8 de 'El sótano', cuando aún faltaban dos episodios por salir. Y, tal y como explicaba en el prólogo del 9, empecé a escribir algo más 'ligero', debido a la sordidez y el mal cuerpo que me había dejado la creación del 8. El problema (o más bien todo lo contrario) es que me sentí muy a gusto y cómodo en ese estilo, mucho más parecido a los pequeños prólogos que escribía antes de cada parte. Así que, una vez finiquitado 'El sótano', y envalentonado por el buen feedback recibido ante este, continué con lo que hasta entonces era un esbozo hasta llegar a la novela que es ya hoy una realidad.


¿Por qué ese título?

Una de las clásicas cuestiones más temidas por los escritores, según he podido constatar, es la que plantean muchos lectores: "¿de dónde sacas las ideas?" Es una pregunta imposible de responder, a priori, porque no existe un baúl con ideas al que puedas recurrir para ir sacándolas, ni existe tampoco una fórmula mágica para crearlas tú mismo. En mi caso, me ha dado mejor resultado, al menos en lo que a finalizar un escrito se refiere, el mero hecho de sentarme ante la pantalla en blanco y dejar que la cosa fluya. Así lo hice con 'El sótano', cuya trama no tuve clara hasta prácticamente el final, y así ha sido, de una forma mucho más acusada, si cabe, con 'Yo salvé a la reina de Inglaterra'.


De hecho, todo partió con un nombre. Un día, sentado frente al portátil dispuesto a continuar con el relato pero falto de inspiración y ganas, me vino un nombre a la cabeza: Primogénito Pérez. Me pareció gracioso en sí y el hecho de que las iniciales formaran PP me hizo pensar que podría sacarle jugo. Así que empecé (ojo, se viene spoiler de la primera frase de la novela): «Hola, mi nombre es Primogénito Pérez. Sí, os podéis imaginar las risas en el colegio». A partir de aquí la cosa empezó a fluir. Comencé a imaginarme su infancia, casualmente muy ligada temporalmente a la mía, y a todas aquellas cosas que le podían haber pasado.



Y en este punto entra muy fuertemente el podcasting. No porque a nuestro amigo Primo se le ocurriera crear uno (algo no tan descabellado), si no porque es gracias a la habilidad desarrollada en el podcast de improvisación 'Qué Tiene Que Ver' las ideas, las imágenes, iban fluyendo por mi cerebro. Y cuando digo habilidad me refiero precisamente a eso, a la agilidad adquirida en ese programa para obtener imágenes, situaciones, una tras otra como el torrente de un manantial en plena naturaleza. Para quien no lo sepa, QTQV es un podcast en el que mi compañero Igor Llaguno y yo relacionamos conceptos, a priori inconexos, que nos envían nuestros oyentes y que descubrimos en el mismo momento de la grabación. Para lograr esa relación, nos inventamos en el mismo momento una historia que acabe conectando esos conceptos. Y, además, intentamos que el proceso sea gracioso.


Nunca más tuve que plantearme un título diferente par la novela; era absurdo, divertido y tenía gancho

De ahí que la novela, sobre todo en su primera parte, responda a una sucesión de situaciones en las que prima el humor absurdo, que, al fin y al cabo, es mi tipo de humor. Y durante todo este tiempo, mi archivo de Word se llamó PrimogenitoPerez.doc (bueno, y, ya sabéis, sus sucesores PrimogenitoPerezV2.doc, PrimogenitoPerezV3.doc, etc.). Hasta que, después de haber escrito lo que parecía un primer capítulo, me vino esta idea, que transformé en un párrafo. Decía así:


«Pero bueno, yo no he venido aquí a hablaros (la novela está escrita en primera persona) de mi tormentosa infancia y adolescencia, sino a contaros cómo salvé a la reina de Inglaterra.»


Esta frase encendió la bombilla. Pensé "¿y por qué no utilizarla como premisa y objetivo final de toda la novela?, y esa frase fue quedándose siempre abajo final de todo en el documento a modo de recordatorio de qué es lo que tenía que conseguir. Hasta que un día ya lo tenía claro y el documento de Word pasó a llamarse YOSALVÉALAREINADEINGLATERRA.doc. Ya tenía objetivo y nombre de la novela. Eso que había ganado, nunca más tuve que plantearme un título diferente par la novela. Era absurdo, divertido y tenía gancho. Y ahí se ha quedado, como ya sabéis.



Y de ahí la cosa fue fluyendo. Tener un objetivo final hace que poco a poco se vaya dibujando un camino. Obviamente, en mi caso, el camino tenía que llegar de alguna forma a la reina de Inglaterra, pero no podía ser directo pues se hubiera quedado un relato un tanto raro. Así que el camino hizo evolucionar no sólo el viaje de Primogénito, sino también la propia novela y su género, pasando de ser una novela costumbrista a algo más relacionado con la aventura. Y hasta aquí puedo leer, pues no quiero desvelar nada. Tan sólo puedo adelantar que este libro está lleno de situaciones absurdas, pero también de amor, de amistad, de intriga y de sorpresas que espero que os resulten divertidas.



Aventura de sensaciones

Y llegamos a la parte en la que os hablo de mis sensaciones, de la misma manera que lo hacía cuando iba subiendo cada uno de los capítulos del libro.


Escribiendo la novela me lo he pasado pipa. Ciertamente. He encontrado un estilo en el que me siento muy cómodo, que me permite ser muy libre y con el que disfruto de mis propias ocurrencias. Sí, no me escondo, en ocasiones me hago gracia. Me he metido mucho en la cabeza aquello de que el primero que tiene que creer en uno es uno mismo y trato de aplicarlo a todo lo que hago. Pero es difícil, ahora llegamos a eso.


Esto no quiere decir que vaya a dejar de lado otros géneros. Disfruto mucho, asimismo, de escribir en el género de terror y no pienso dejar de hacerlo. En mi cabeza siempre ha estado la idea de escribir una novela histórica en algún momento y, de hecho, tengo un proyecto en esa línea comenzado desde hace mucho tiempo. Iremos viendo.


He encontrado un estilo en el que me siento cómodo, que me permite ser libre y con el que disfruto de mis propias ocurrencias

Otra de las sensaciones de las que quería hablaros es de la satisfacción. El día, el momento, en el que puse 'FIN' en el word en el que estaba escribiendo la novela fue algo mágico. Había terminado una novela, por fin lo había conseguido. Y sí, sé que son menos de 300 páginas y en un estilo muy libre, pero cuando llevas toda la vida sin terminar ninguno de los proyectos literarios en los que te has embarcado, a excepción del reciente 'El sótano', es increíble esa sensación de haber llegado por fin a la meta.


Esto dio paso a la ilusión. A las ganas de compartir con todo el mundo lo que acabas de lograr, las ganas de comprobar si eso con lo que tanto te has divertido es merecedor de que alguien gaste su tiempo en él. Y, claro, llega la revisión. Más que nada para que tú mismo te cerciores de que lo que has escrito merece la pena siquiera el intento de hacerlo llegar a más gente. Y compruebas que "oye, pues no está nada mal esto que has hecho". Y lo corriges. Una, dos, tres... siete veces hasta que se lo pasas a alguien de confianza para que te corrobore que "oye, pues no está nada mal esto que has hecho". Y ya te empiezas a emocionar. Y lo vuelves a revisar. Muchas veces. Porque siempre aparece algo que no habías visto en la lectura anterior, es algo muy, muy curioso.


Y aquí comienza el trabajo duro. El envío a editoriales, la toma de decisiones, y más y más revisiones. De todo este proceso ya os hablaré en otro momento.




El miedo

Finalmente, tras la diversión, la satisfacción, la emoción y la ilusión, ya tienes el trabajo hecho y publicas la novela. Con un precio. Con un coste que tendrá que pagar quien quiera leer eso que tú le has contado que es tan maravilloso. Y LLEGA EL MIEDO.


Tú has leído la novela tantas veces que ya no tienes claro que eso que has escrito sea tan divertido. Quizás no es tan brillante como creías en las primeras 10 lecturas. Y la gente comienza a gastar su dinero en tu libro y va a comenzar a leerlo. Ahora se va a descubrir que eres un fraude, que realmente eres más vendedor de humo que de literatura.


Tengo miedo a que se descubra el pastel y a que esto que tanto me divierte hacer, que es escribir, no merezca tanto la pena si sólo me voy a divertir yo

Pues ahí estoy yo, amigas y amigos. Ahora mismo cada vez que alguien me manda una foto con la compra del libro o con el propio ejemplar en sus manos, siento una mezcla de alegría y miedo. Mucho miedo. Tengo miedo a que se descubra el pastel y a que esto que tanto me divierte hacer, que es escribir, no merezca tanto la pena si sólo me voy a divertir yo. Estoy aterrado y expectante ante las primeras reseñas que lleguen de 'Yo salvé a la reina de Inglaterra'. Terror e incertidumbre, qué gran punto de partida para una nueva novela, ¿no creéis?


Por último, tengo que reseñar la que, sin duda, es la mayor de las sensaciones que me invaden. Y no es otra que la de AGRADECIMIENTO. El agradecimiento a las personas que han creído en mí y en este nuevo proyecto, que me han visto capaz de crear algo que les merezca la pena pagar y que hacen que, venda o no venda muchos libros, hacer esto ha merecido la pena. Gracias.


Y, cómo no, tengo que terminar con un PERDÓN POR LA TURRITA. ❤️



 
 
 

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